
Cuando realizas esfuerzo físico -por ejemplo, al entrenar- utilizas mucho oxígeno que se rompe a nivel molecular, generando las famosas moléculas reactivas conocidas como radicales libres. Estas moléculas, en exceso, pueden dañar las células y aumentar el riesgo de padecer enfermedades.
Por lo tanto, es lógico intentar reducir el número de radicales libres producto del ejercicio, y es aquí donde entran las vitaminas antioxidantes, suplementos dietarios que -según sus fabricantes- ayudan a la recuperación física y a absorber el exceso de radicales libres.
Sin embargo, recientes estudios científicos han encontrado que, en realidad, los suplementos antioxidantes podrían reducir los beneficios del ejercicio.
Nuestro cuerpo produce sus propios antioxidantes naturales, pero hasta hace poco tiempo los investigadores creían que eran escasos para contrarrestar los estragos de los radicales libres creados durante el entrenamiento.
Esto llevó a mucha gente que ejercitaba con regularidad a consumir grandes dosis de antioxidantes como las vitaminas C y E, a pesar de que su efectividad en personas entrenadas no estuviera demostrada.
Buscando poner luz sobre esta situación, investigadores de la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte de Oslo iniciaron una investigación cuyos resultados fueron publicados en la Revista de Fisiología del Reino Unido.
Participaron de este estudio 54 voluntarios adultos sanos, entre hombres y mujeres, corredores y ciclistas. Cada uno de ellos se sometió a biopsias musculares, extracciones de sangre y pruebas de resistencia en cinta, de manera de establecer su resistencia base y la salud de sus células musculares.
Después, los voluntarios fueron divididos en dos grupos. Uno de los grupos tomó cuatro pastillas de antioxidantes al día, totalizando una dosis diaria de 1.000 miligramos de vitamina C y 235 miligramos de vitamina E. El segundo grupo recibió píldoras placebo.
Por último, ambos grupos completaron un programa de entrenamiento vigoroso de 11 semanas, consistente en sesiones con intervalos cada vez más intensos dos veces por semana junto a dos sesiones semanales de ejercicio moderado de una hora de duración.
Al final de las 11 semanas, todos los voluntarios estaban en mejor condición física que al principio. La capacidad de resistencia máxima de cada uno de ellos se había incrementado en un promedio de 8%.
Sin embargo, los cuerpos de los voluntarios habían respondido de forma muy diferente al entrenamiento. El grupo que había recibido el placebo mostró un fuerte incremento de los marcadores bioquímicos conocidos por señalar la formación de mitocondrias, las diminutas estructuras dentro de las células que generan energía en el torrente sanguíneo y los músculos.
Más mitocondrias, en especial en las células musculares, significa más energía y una mejor salud y condición física. De hecho, se considera la creación de nuevas mitocondrias como uno de los efectos más importantes del ejercicio.
El grupo de voluntarios que había consumido los antioxidantes reales, sin embargo, mostraron niveles significativamente más bajos de marcadores relacionados con la creación de mitocondrias.
Los resultados obtenidos son similares a otro estudio publicado el último año, también en la Revista de Fisiología, en el que la mitad de un grupo de hombres adultos tomó 250 miligramos diarios de suplemento de resveratol, el famoso antioxidante del vino tinto, y la otra mitad tomó un placebo.
Después de dos meses de ejercicio vigoroso, los voluntarios que tomaron el placebo mostraron importantes y favorables cambios en su tensión arterial, colesterol y salud arterial, con menor número de placas arteriales.
Los voluntarios que tomaron resveratol, en tanto, no fueron tan afortunados. Habían entrenado con igual intensidad que el grupo del placebo, pero su tensión arterial, nivel de colesterol y salud arterial se mantuvieron igual que antes de comenzar a ejercitar. Es decir, sin la mejoría que se podría esperar del ejercicio.
La Pregunta Del Millón: ¿Por qué y cómo los antioxidantes podrían atenuar los efectos del ejercicio?
Para el Dr. Goran Paulsen, fisiólogo de la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte que dirigió el primer estudio, los radicales libres podrían desempeñar un rol diferente al que se pensaba durante y después del ejercicio.
En esta teoría, apoyada por otros fisiólogos, los radicales libres no son villanos malvados, sino que sirven como mensajeros, impulsores de genes y otros sistemas corporales a partir de diferentes reacciones bioquímicas que dan como resultado músculos más fuertes y una mejor salud metabólica.
Sin los radicales libres, estas reacciones no pueden comenzar. Y las grandes dosis de suplementos antioxidantes absorben la mayor parte de los radicales libres producidos por el ejercicio.
Esta teoría aún requiere de pruebas de largo plazo en las personas. Mientras tanto, es posible que los atletas puedan beneficiarse de dosis más pequeñas de antioxidantes que las usualmente recomendadas; o de los antioxidantes naturales encontrados en los alimentos, tales como los del arándano o el vino tinto.
“Es probable que solo los extractos concentrados sean potencialmente peligrosos,” señala el Dr. Paulsen. “Personalmente, evitaría las altas dosis de antioxidantes en combinación con el entrenamiento, dado que se corre el riesgo de perder muchos de los beneficios del ejercicio.”
