El Cansancio Mental Y El Ejercicio

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Cansa a tu cerebro y tu cuerpo le seguirá, dice un notable estudio reciente. El esfuerzo mental extenuante podría reducir la resistencia del cuerpo y conducir a entrenamientos más cortos y difíciles, a pesar de que -en términos fisiológicos estrictos- tu cuerpo todavía dispone de un montón de energía de reserva.

Los científicos siempre han estado intrigados por la idea de que el esfuerzo físico afecta a nuestra capacidad de pensar, dice un artículo del New York Times. La mayoría de los estudios realizados demostraron que las sesiones cortas de ejercicio suelen mejorar la cognición.

El ejercicio prolongado y agotador, por el contrario, podría dejar al atleta demasiado desgastado como para pensar con claridad, al menos por un corto período de tiempo.

Pero la posibilidad inversa -que pensar demasiado puede perjudicar el rendimiento físico- ha recibido mucha menos atención. Buscando solucionar esto, científicos de la Universidad de Kent, Inglaterra, y del Instituto Francés de Salud e Investigación Médica, unieron sus fuerzas en un estudio en el que cansaron los cerebros de un grupo de diez voluntarios con un exigente juego de palabras para ver cómo se desempeñaban sus cuerpos después.

La fatiga [PDF] es una condición compleja y multifacética. La ciencia del deporte por lo general se centra en la fatiga corporal, que implica una reducción de nuestra capacidad de contraer los músculos y mantenerse en movimiento.

Correr, pedalear, levantar pesas o simplemente mantenerse de pie consume combustible y eventualmente conduce a la fatiga.Este agotamiento sucede tanto en los músculos como en el sistema nervioso central, situación conocida como fatiga central.

Nuestra mente también se cansa, aunque en su caso las razones son difíciles de precisar. Las neuronas pueden ir quedando sin combustible y, seguramente, hay otros procesos involucrados.

Todos sabemos, por experiencia, que la concentración intensa en un proyecto intelectualmente demandante por lo general nos deja embotados, con cansancio mental.

Para determinar el impacto de esta fatiga mental en el ejercicio, los investigadores del estudio antes indicado citaron a los voluntarios a un laboratorio de ejercicios en cuatro ocasiones. En la primera visita, midieron la fuerza contráctil máxima y la fatiga localizada y central de los voluntarios, para comparar con los resultados de las otras visitas.

En la segunda de las visitas al laboratorio, los participantes eran sometidos a 90 minutos de un agotador juego de palabras en un ordenador, diseñado para inducir fatiga mental, para luego pasar a una máquina de ejercicios especial, donde ejercitaban una pierna hasta el punto de agotamiento muscular.

En la tercera visita, los voluntarios miraban un documental relajante de 90 minutos de duración, y luego avanzaban a la misma máquina de ejercicios para entrenar hasta el agotamiento. Por último, en la cuarta visita, todos los participantes fueron sometidos una vez más a la prueba de la fuerza contráctil máxima.

Los resultados del estudio determinaron que la fatiga mental afectó significativamente la resistencia de los hombres.

Después del agotador juego de palabras, los voluntarios se cansaban un 13% más rápido al ejercitar que después de ver el documental relajante. También indicaron que el entrenamiento se sintió mucho más exigente después del juego.

Sin embargo, y curiosamente, la fuerza contráctil máxima de cada voluntario era exactamente la misma después de cada sesión. Sus músculos respondían con idéntica fuerza tanto después del juego agotador como del documental relajante; a pesar de que los cansados cerebros de los voluntarios sentían que sus músculos estaban agotados después del juego en el ordenador.

Los investigadores concluyeron que «la producción de fuerza máxima no se ve alterada por la fatiga mental, pero sí se altera la capacidad de resistencia, y esa alteración está estrechamente vinculada con una mayor sensación de esfuerzo percibido.»

En otras palabras, el ejercicio sencillamente se siente mucho más duro cuando tu cerebro está cansado, de manera que lo dejas antes a pesar de que tus músculos aún disponen de energía.

Este hallazgo tiene muchas implicaciones en cómo combinamos raciocinio y ejercicio. Por ejemplo, si por la tarde quieres conseguir un nuevo máximo en peso muerto o tienes una carrera importante, no es conveniente que dediques toda la mañana a preparar tu declaración de impuestos.

A la inversa, los resultados también sugieren que «entrenar nuestro cerebro para evitar o limitar la fatiga mental» podría ser un medio inexplorado para mejorar el rendimiento físico.

Por ejemplo, entrenar el cerebro (con crucigramas, sudokus o ejercicios similares) podría mejorar tus entrenamientos físicos, ya que moverías el umbral en el que tu cerebro comienza a sentirse cansado.

Otra conclusión del estudio es que «nuestros sentimientos no siempre reflejan nuestro estado fisiológico» y que muchas veces nuestros cuerpos son más resistentes de lo que nuestra mente nos dice. Esta es una idea en la que vale la pena pensar.

 

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Gustavo

Autor: Gustavo

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